El yogur es un alimento conocido por la humanidad desde hace miles de años y su origen proviene de los pueblos antiguos de Turquía, Asia Central o Bulgaria. Probablemente fue descubierto de forma accidental, al fermentarse la leche almacenada en bolsas de cuero. De ahí, fue extendiéndose por todo el mundo hasta ser un alimento cotidiano y considerado casi imprescindible en la mayoría de los países.
¿Para qué sirve el yogur?
Aunque siempre se consideró beneficioso para la salud, esto se demostró científicamente a principios del siglo XX, cuando se vio que era una de las causas de la elevada esperanza de vida de la población rural en Bulgaria, lo cual fue una de las causas de que Metchnikoff ganara el Premio Nobel de Medicina en 1.908.
Hay muchos motivos de este efecto “antienvejecimiento” del yogur, pero destacan el control de las bacterias dañinas en la flora intestinal, la ayuda para digerir los alimentos de una forma adecuada y el importante aporte de proteínas, vitaminas y calcio natural, necesario este último durante toda la vida y, especialmente, en momentos concretos como periodos de crecimiento, gestación, lactancia y en la madurez, para evitar la fragilidad de los huesos.
Además, nos aporta todos estos beneficios sin aumentar la ingesta calórica de forma importante, ya que una ración de yogur no suele superar las 60 calorías, por lo que se pueden disfrutar de todas sus ventajas (y su sabor) sin disgustos con nuestra querida amiga: la báscula.
Son conocidos, entonces, los beneficios del yogur para una dieta saludable. La duda viene cuando nos encontramos con las personas que tienen dificultades para digerir la lactosa.
Problemas para digerir la lactosa. ¿Se puede tomar yogur?
La lactosa es el azúcar natural de la leche. Para poder digerirlo, necesitamos “romperlo” mediante la lactasa, una enzima que tenemos en el intestino.
En algunas personas, esta capacidad de “romper“ dicho azúcar está disminuida, y entonces se dice que tienen problemas para digerir la lactosa. Sin embargo, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Safety Authority o EFSA) y la Fundación Española del aparato Digestivo (FEAD), estas personas suelen poder consumir sin problemas alrededor de 12 gramos de lactosa al día, preferiblemente repartidos a lo largo de la jornada, para evitar molestias.
Entonces, como el yogur tiene lactosa, nos podemos preguntar: ¿las personas que tienen dificultad para digerir lactosa pueden incluir el yogur en su dieta?
La buena noticia es que sí.
Antes comentamos que el yogur ayuda a regular la flora bacteriana del intestino, limitando las “bacterias malas”. Pues bien, esto lo consigue mediante sus fermentos, los cuales, además, rompen la lactosa y ayudan a digerirla.
Por esta función de los fermentos (lactobacilos), cada yogur contiene aproximadamente 4 gramos de lactosa (un solo vaso de leche ya alcanza los 10-12 gramos), por lo que las personas con dificultades para digerir la lactosa lo pueden ingerir sin problemas incluso varias veces al día, como postre, desayuno o merienda, sin tener que renunciar a los beneficios de este alimento.
Dado que la dificultad para digerir la lactosa tiene grados y varía de unas personas a otras, lo ideal es empezar poco a poco (por ejemplo, una sola unidad de yogur) y luego ir aumentando la cantidad, siempre repartida a diferentes horas del día.
El yogur puede consumirse solo o combinado con frutos secos, cereales o frutas, lo cual refuerza sus beneficios, al combinarlos con los de dichos complementos.
Además, los más innovadores también usan el yogur para enriquecer sus platos, elaborando salsas más ligeras que si emplean otros ingredientes como la nata o la mantequilla.
¿Consumes yogur habitualmente?
El yogur, la lactosa y las personas que tienen problemas para digerirla - Alimentación, Fitness y Nutrición.
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